En 2022 las campañas del World Migratory Bird Day estarán dedicadas a la contaminación lumínica por ser una «amenaza significativa» para las aves. | Martin Pawley. Artículo publicado en la sección “La noche es necesaria” de la revista Astronomía, nº 272, febrero de 2022.

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La contaminación lumínica es una grave amenaza para las aves.(Cortesía www.worldmigratorybirdday.org)

«Como la mayor parte de los canarios, crecí viendo cómo las pardelas se deslumbraban por las luces y caían en los pueblos y las ciudades. Concretamente las fiestas de mi pueblo (Buenavista del Norte, Tenerife) coinciden con la salida de los pollos de las pardelas cenicientas a finales de octubre. Era típico estar allí en las fiestas, con la feria y la verbena, y ver a las pardelas volando sobre la plaza del pueblo y ver cómo aleteaban y aleteaban e iban perdiendo altura hasta que chocaban con algo, muchas veces con la iglesia que suele estar iluminada en esas ocasiones.»

Así nos contaba hace unas semanas en el programa Con voz de Radiovoz el ahora profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Airam Rodríguez el origen de su preocupación por la contaminación lumínica y su impacto en las aves marinas, que es el campo al que ha dedicado buena parte de sus investigaciones. Cuando los pollos de las pardelas se «independizan» salen de los nidos para dirigirse al mar; su primer vuelo lo realizan durante la noche y quedan, con frecuencia, confundidos por la luz de los núcleos urbanos. Cegados por su brillo, acaban colisionando con edificios o estructuras iluminadas y caen al suelo. Aún en el caso de que los ejemplares sobrevivan a ese impacto, quedan dañados y expuestos a otros riesgos: perros, gatos, atropellos de vehículos… Tenerife batió en 2021 su récord de rescate de crías de pardelas: 3351, de las cuales 3200 pudieron ser liberadas, según datos del Cabildo. Pero por valiosa que sea esta acción no deja de ser una medida paliativa mientras persista la causa de fondo, la pésima iluminación que acaba con la fauna silvestre.

Hay que perder el miedo a decirlo: la contaminación lumínica mata. Es un problema ambiental de primer orden en todo el planeta y en particular están muy estudiados los efectos sobre las aves migratorias. Además de los choques fatales con edificios, que se cuentan por millones, la desorientación que producen las marañas de luz con las que se cruzan las aves alarga sus viajes más allá de lo que sus cuerpos son capaces de soportar. Muchas mueren en el camino.

La contaminación lumínica es en 2022 el asunto central de las campañas del World Migratory Bird Day, que se celebra los segundos sábados de mayo y octubre. Será una buena oportunidad para concienciar sobre los daños irreparables en la naturaleza debidos al mal uso de la luz artificial y reivindicar las buenas prácticas, como las «Directrices sobre contaminación lumínica para la fauna silvestre» que adoptó en febrero de 2020 la Convención sobre las Especies Migratorias. Una lectura muy recomendable para alcaldes atolondrados. Puede consultarse el PDF en español aquí.