Los humanos no somos ni mucho menos la única especie en este planeta que utiliza las estrellas para orientarse por las noches. | Martin Pawley. Artículo publicado en la sección “La noche es necesaria” de la Revista Astronomía, nº 243, septiembre de 2019.
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La generalización, a lo largo del siglo XX, de la práctica científica del anillamiento de aves permitió un estudio más riguroso de la vida de estos animales, en particular sus movimientos migratorios. Fue posible obtener más información sobre sus rutas anuales de cientos o miles de kilómetros y con ello desarrollar teorías sobre sus mecanismos de orientación, que dependen, entre otros factores, de la posición del Sol. Pero puesto que muchas aves vuelan también por la noche, surgía una pregunta inevitable: en un cielo oscuro, ¿cómo conseguían no perder su camino?
Esta cuestión atrajo el interés de los ornitólogos E. G. Franz Sauer y Eleonore M. Sauer, de la universidad de Wisconsin (EE. UU.). Estudiaron los sistemas de orientación nocturnos de diversas especies de currucas, al principio empleando unas jaulas circulares dentro de las cuales podían moverse libremente, pero viendo solo una limitada porción de cielo. El objetivo era comprobar si, en ausencia de cualquier otra pista visual, los patrones celestes guiaban su navegación. El experimento dio buenos resultados: los pájaros parecían escoger adecuadamente la dirección de su migración estacional siempre que el cielo estaba despejado o presentaba muy escasa nubosidad, pero no acertaban cuando el cielo estaba muy cubierto con nubes densas.
La habilidad de las currucas estimuló un nuevo experimento, pero esta vez con un firmamento de mentira. Lo cuentan con todo detalle en un artículo de 1960, «Star Navigation of Nocturnal Migrating Birds». Bajo el cielo artificial de un planetario Zeiss en Bremen, Alemania, pusieron a prueba la capacidad de los pájaros para orientarse por las estrellas, con la ventaja de que con un planetario se puede reproducir el cielo de cualquier momento y lugar y de esa forma podían someter a las currucas al desafío de reaccionar ante grupos de estrellas que no se correspondían con los propios de esa región alemana. El reloj interno de los pájaros está normalmente en fase con el tiempo local, y en consecuencia «las desviaciones del cielo reproducido en el planetario respecto del cielo estrellado local forzaban a los pájaros a ciertas desviaciones respecto de su ruta de migración estacional». Eso derivaba en «vuelos de compensación, conflicto migratorio entre las rutas de la primavera y el otoño, o en una total desorientación».
Un artículo de 2008, «Harbour seals can steer by the stars» (Mauck, B., Gläser, N., Schlosser, W. et al.), aportó evidencias de que también las focas se orientan por las estrellas en experimentos en un planetario adaptado. Más sorprendentes fueron las conclusiones de un equipo de la universidad sueca de Lund, publicadas en enero de 2013: los escarabajos peloteros son capaces de mantener un camino razonablemente recto por la noche utilizando como referencia no estrellas individuales, sino la banda de luz de la Vía Láctea («Dung Beetles Use the Milky Way for Orientation», Dacke et al.). Parece claro que mucho antes de que los humanos supiéramos como desplazarnos por el planeta utilizando el firmamento como mapa, otros seres vivos ya lo hacían muy bien.