Muy de vez en cuando el cine nos recuerda que la luz artificial acaba con la noche. | Martin Pawley. Artículo publicado en la sección “La noche es necesaria” de la Revista Astronomía, nº 262, abril de 2021.

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Plano de «The Strange Affair of Uncle Harry» (Robert Siodmak, 1945)

En un clásico moderno de Leos Carax, «Les amants du Pont-Neuf» (1991), la pareja de sin techo encarnada por Juliette Binoche y Denis Lavant hace su vida en el puente parisino del título, cuya reconstrucción en estudio disparó los costes de producción. En un momento dado ella se echa a dormir en la calle y su compañero, amorosamente, le apaga la luz desconectando las farolas más cercanas.

No es habitual encontrar en el cine muestras así de evidentes de cómo la luz artificial anula la oscuridad de la noche, necesaria en ese caso para un buen descanso. Por eso me entusiasmó descubrir hace unos meses en una película de Robert Siodmak de 1945, «The Strange Affair of Uncle Harry», una referencia explícita a la contaminación lumínica. El gran George Sanders es Harry Quincey, diseñador en una empresa textil que convive con sus hermanas en una casa venida a menos. Una joven de Nueva York, Deborah Brown (Ella Raines), rompe su rutinaria existencia y no tardará en enamorarse. Antes de que el filme gire hacia el género negro, con inverosímil redención final por la censura infame del código Hays, tiene lugar este diálogo:

Deborah: No me había dado cuenta del cielo que tenéis aquí.
Harry: Es el mismo que tenéis en Nueva York.
D: Oh, no hay cielo en Nueva York. Las luces brillantes acaban con él. No he visto una buena estrella en diez años.
H: Aquí podemos ofrecerte unas cuantas. Esa grande de ahí arriba es Marte. Y por allí está Venus.
D: Venus. Es como encontrarse con un viejo amigo. Mi padre solía mostrarme Venus cuando era niña (…) ¿Cuál es Saturno?
H: Ahí está. Ahí arriba.
D: ¿Dónde están los anillos?
H: Bueno, no puedes verlos a ojo desnudo.
D: Harry, estás empezando a sonar indecente.
H: Quiero decir que necesitas un telescopio potente para ver los anillos. Se veían muy bien anoche.
D: ¿Oh, tienes un telescopio?
H: Sí, uno de nueve pulgadas. Lo construí yo mismo.
D: ¿Crees que hoy se verán bien los anillos?
H: No sé. Tendremos que esperar un rato hasta que alcance altura suficiente. Y podría haber bruma entonces.
D: ¿Podemos intentarlo, no crees?

Otra grata sorpresa venía dentro de la estupenda «Let Them All Talk» (Steven Soderbergh, 2020), el reencuentro en un crucero de tres viejas amigas a las que interpretan, ahí es nada, Meryl Streep, Candice Bergen y Dianne Wiest. El guion pone en boca de esta última una frase memorable: «Elon Musk ha lanzado muchos, muchos satélites de telecomunicaciones al espacio que se ven igual que las estrellas, exactamente igual. Así que ahora cuando los seres humanos miren el firmamento no sabrán si están viendo una estrella o una máquina. Y nosotras en esta mesa somos de las últimas personas que han visto el cielo nocturno real, honesto, verdadero, desde el océano. Hemos visto estrellas, solo estrellas.»