Quizá la culpa la tenga Julio Verne o posiblemente sea una cuestión de que verlo no resulta fácil, pero mucha gente cree que el Rayo Verde es un mito. Fue el magnífico escritor francés el que escribió una novela llamada «El rayo verde», donde se cuenta la complejidad de ver este fenómeno atmosférico, que puede observarse en ciertas condiciones en el momento en que el Sol desaparece o aparece en el horizonte. En esta historia se nos narra como Sam y Sib Melville, quieren casar a su sobrina Elena Campbell con Aristobulus Ursiclos, y saben que la leyenda dice que dos personas que vean el rayo verde a la vez quedarán automáticamente enamoradas la una de la otra.

Tras una serie de peripecias y de la busca del lugar ideal para avistar este mágico rayo verde, los protagonistas no tendrán el final deseado; pero, aun así, su amor no se verá demorado mucho más tiempo.

¿Pero realmente existe?

Por supuesto que sí, es algo más frecuente de lo que pudiese parecer, pero la complejidad de su observación radica en que se debe ser perseverante y tener un poco de suerte. Lo idea es ver atardeceres* en el mar o el océano, en días muy despejados, donde no haya nubes en el horizonte que pudiesen arruinar el espectáculo. A simple vista puede resultar complicado, pero en ocasiones es evidente que el último rayo que asoma o incluso antes de eso, en el limbo superior del Sol, se puede apreciar una tonalidad verdosa, sobre todo en las partes del Sol que parecen «separarse» mientras se deforma, debido a la refracción atmosférica de la luz.

Rayo Verde en A Coruña

Imagen 1. Rayo verde desde A Coruña. Óscar Blanco.

(*). Puede observarse también en los amaneceres, pero resulta más complicado, al no poder seguirse el Sol con la vista antes de que aparezca como sí se puede hacer al atardecer y además suele estar la temperatura del aire más estable que al final del día, donde es más fácil encontrar capas a diferente temperatura, lo que ayuda a ver el fenómeno.

El cambio de color en el Sol ya es algo muy evidente cuando está cerca del horizonte, ello es debido a que la luz que atraviesa la atmósfera, hasta llegar a nuestros ojos, se dispersa, siendo el rango del color azul el que más lo hace, perdiéndose esta componente del color del Sol y dando por ello una tonalidad más anaranjada.

La luz del Sol está compuesta por todos los colores del rango visible del espectro. La luz es una onda electromagnética y que por tanto tiene diferentes comportamientos, al tener diferentes longitudes de onda dependiendo del color. Los colores azules tienen menor longitud de onda que los rojos.

Esta refracción de la luz genera que aunque el Sol realmente ya esté por debajo del horizonte, lo podamos ver. Este fenómeno lo entenderemos mejor si pensamos en una cuchara o una pajita vista en un vaso de agua, que parece que se tuerce, debido a la refracción de la luz al pasar por el agua.

Como cada color tiene su grado de difracción, puede ocurrir que nos llegue el color verde, puntualmente y durante poco tiempo.

rayoverde

Imagen 2. www.astrofisicayfisica.com

Con óptica es un fenómeno mucho más fácil de observar, pero el peligro al usar prismáticos o teleobjetivos para ver el Sol es suficiente para no recomendar este tipo de observaciones, salvo que se haga ya con el Sol metido en gran parte por debajo del horizonte, cuando solo quedan unos segundos para que desaparezca. Es muy importante tener claro este concepto! A la hora de hacer fotografías o vídeos de la puesta de Sol no es necesario estar mirando por el visor óptico de la cámara, por lo que podemos dejar apuntando a la zona y disparar o grabar sin peligro y viendo el fenómeno a través de la pantalla.

Para terminar comentar que el rayo verde incluso es posible verlo en la Luna, debido exactamente al mismo fenómeno, pero resulta menos frecuente, pues se tiene que dar una fase cercana a llena y buenas condiciones atmosféricas.

Enlaces a vídeos donde se ve este fenómeno:

  • https://www.youtube.com/watch?v=PwtQid1QeMc
  • https://www.youtube.com/watch?v=pOydSW_KzIc&feature=youtu.be

Escrito por Óscar Blanco (Agrupación Ío).